Hace varios años me hice esta pregunta y para responderla realicé una investigación que dio como resultado mi trabajo de fin de máster, hoy publicado en una revista indexada disponible en varios portales académicos de difusión científica.
Por medio de la construcción de una escala que denominé “efectos de la movilidad”, pudimos encontrar que los viajes tenían una relación inversa con respecto a los prejuicios hacia otras nacionalidades. Es decir, viajar y migrar permiten la construcción de un capital de movilidad reflejado entre otros en el conocimiento de culturas, idiomas, trámites migratorios, entre otros, y quienes “acumulan” estos efectos de movilidad son menos prejuiciosos que quienes no.
Pero, ¿de qué depende esta correlación negativa? Del tipo de contacto. Si el contacto con la otra cultura ha sido positivo, la persona es menos prejuiciosa.
Por supuesto, como era un estudio correlacional me quedé con las ganas de saber qué ocasionaba qué: si una persona poco prejuiciosa es más proclive a viajar y por ende, acumular “efectos de movilidad”, o si quien viaja más, es menos prejuiciosa.
Seguro que algún académico ya ha estudiado la causalidad entre estos dos constructos.
Por el momento, les comparto los resultados de mi estudio si desean consultarlo con mayor detalle: Click aquí
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